El progreso empeora la situación de las tribus indígenas
Los pueblos indígenas piden respeto. Su tasa de mortalidad se ha disparado a consecuencia del desarrollo y desean contar su historia para que se conozca y se defienda.
"Es absurdo cuando los extranjeros llegan y nos enseñan lo que es desarrollo", pronunciaba atónito un líder de los dongria kondh de Odisha, en India. "¿Es posible el desarrollo que destruye los entornos que nos proporcionan alimento, agua y dignidad?", cuestionaba. "Tienes que pagar por bañarte, por los alimentos e incluso por beber agua. En nuestra tierra, nosotros no tenemos que pagar por el agua, como vosotros, y podemos comer en cualquier parte gratis".
El desarrollo lleva implícita la estandarización. La campaña "Orgullosos, no primitivos" lanzada en la India, pretende acabar con los prejuicios, brindar por la diferencia, la riqueza cultural y la dignidad de quienes cada día han de lidiar con la idea equivocada de vivir en otra época. Si el desarrollo significa estrés, competitividad, lucha, conflicto, acumulación, poder, egoísmo, depresión, etc. prefieren quedarse como están.
"El progreso puede matar", advierte una publicación de Survival. Podría pensarse que el título es exagerado, pero lo cierto es que la muerte es "la única escapatoria" para algunas de las personas a quienes se impone un progreso que nunca pidieron. Es la consecuencia dramática del contacto con el exterior cuando se carece de inmunidad frente a enfermedades como la gripe que nunca antes padecieron. Es el irremediable destino para quienes son expulsados de sus tierras y pierden su medio de vida y sustento, frente a la prosperidad de la que disfrutan "cuando están en sus propias tierras y eligen su propio desarrollo".
Survival ha recogido varias consecuencias graves del contacto de los pueblos indígenas con el mundo exterior. Pese a que se ha pretendido mejorar su estilo de vida, la imposición del progreso solo lo ha empeorado:
Menor esperanza de vida. La esperanza de vida de los pueblos aborígenes de Australia es entre 17 y 20 años menor que la del resto de ciudadanos. Un 90% de los indígenas americanos murió tras el contacto con los europeos. Ya fuera por enfermedades o actos de violencia, los conquistadores, amparados en un progreso que salvaría vidas, lograron justo lo contrario.
Contagio de enfermedades. En 2002, un 40% de las muertes de bosquimanos gana y gwi en un campo de reasentamiento se debieron al sida. En Papúa-Nueva Guinea, la tasa de infección de VIH de los papúes es 15 veces superior a la media nacional. Prostitución, enfermedades sexuales y abuso de mujeres y niños indígenas es el resultado de la construcción de carreteras hasta los reasentamientos.
Aumento de las tasas de obesidad. En Australia, un 64% de los aborígenes urbanos están obesos. En la reserva de Pima (Arizona), más de la mitad de los indígenas mayores de 35 años son diabéticos. Al quedarse sin tierras que trabajar y por las que moverse, los indígenas quedan relegados a una vida sedentaria que altera la dieta y provoca obesidad, hipertensión y diabetes.
Malnutrición infantil. La escasez de tierras para el cultivo o la falta de adultos que se encarguen de tareas como la caza o la pesca favorece la malnutrición infantil, que desde 2005 ha provocado la muerte de, al menos, 53 niños guaraníes. La deforestación ha convertido las tierras fértiles en campos destinados al pasto del ganado y plantaciones de caña de azúcar para abastecer el mercado brasileño de biocombustibles, uno de los más desarrollados del mundo y que se aprovecha de mano de obra indígena.
Adicción al alcohol y a las drogas. El trabajo de los hombres indígenas en las plantaciones implica largas ausencias. A su vuelta, algunos regresan contagiados de enfermedades de transmisión sexual o con adicciones como el alcohol, lo que "ha aumentado las tensiones internas y la violencia". Entre los niños, un tercio de los pequeños Innu, Canadá, inhala gasolina.
Mayores tasas de suicidios. La tasa de suicidio de los grupos indígenas de Canadá supera 10 veces a la media nacional, mientras que la tasa de los guaraníes es 19 veces más alta, según un estudio iniciado por el Ministerio de Sanidad de Brasil. Además, entre 1985 y el año 2000, unos 300 guaraní-kaiowá pusieron fin a su vida.
Es por ello que las tribus prefieren quedarse tal y como están, el desarrollo no siempre es progreso. Las influencias de los foráneos perjudica a los indígenas más que los ayuda.
Fuente: Consumer
Fotografía: Jason Taylor