Desarrollo económico no es igual a calidad de vida de los ciudadanos
Un reciente estudio comparativo desarrollado por la Secretaría General de la Presidencia de Chile (Segpres) da cuenta que el acceso de los chilenos a bienes y servicios ha aumentado de forma considerable en los últimos años. Se señala también que de un Producto Interior Bruto (PIB) del 3,3%, entre los años 2006 y 2009, pasó a un 5,9% entre 2010 y 2012 y con una meta del 5% para este ejercicio. Ahora, según el Instituto Nacional de Estadísticas de Chile (INE), el año pasado la tasa de desempleo promedio fue de un 6,4%. Todos estos datos, que indica el informe, han incrementado la calidad de vida de los chilenos.
Pero, ante el claro incremento de las posibilidades de consumo en los últimos años, cabe preguntarse si realmente se puede definir como una mejora en la calidad de vida. Para el docente de la School Business de la Universidad Adolfo Ibáñez, Wenceslao Unanue, esto está lejos de ser verdad pues la ciencia económica por mucho tiempo asumió que a mayor consumo, mayores niveles de utilidad lograban las personas y por tanto mayores eran también sus niveles de felicidad. Ahora lo duda.
“Los motivos que llevaron a la economía a medir calidad de vida a través del PIB se centran en los postulados básicos de esta ciencia. La economía ha asumido que la felicidad está directamente relacionada a la capacidad de compra (…) Afortunadamente, durante los últimos 30 años han surgido voces de prestigiados científicos mundiales que nos han demostrado lo equivocado que estábamos”, comenta el docente de la UAI.
Para Unanue es un error grave asociar crecimiento económico a felicidad y calidad de vida y más grave es, en su opinión, asociar felicidad a capacidad de compra. “Si se miran los datos del Banco Mundial, Chile ha crecido un 120% en términos reales durante los últimos 15 años. Sin embargo, de acuerdo a un reporte de la OCDE de 2011, titulado "Health at Glance" Chile aparece como el segundo que más aumentado su tasa de suicidios (55%), superado sólo por Corea”.
A eso se deben sumar la tasa de depresión que alcanza el 17% o los índices de obesidad infantil que llegan al 28%, "números que nos dejan entre los más enfermos del planeta", apunta el académico. “El crecimiento económico nos lleva a mejorar diversos indicadores de progreso material, pero para nada se asemeja a un progreso real en la calidad de vida y en el bienestar individual de las naciones. Por el contrario, parece ser que nuestro país, a pesar de sus altos ingresos promedio, estaría sufriendo lo que muchos llaman la paradoja del crecimiento infeliz. Al parecer, hemos vivido engañados por mucho tiempo. Nos hemos enorgullecido de las ‘maravillosa’ tasas de crecimiento que hemos venido mostrando, pero nos hemos olvidado mirar el deterioro en nuestra calidad de vida”, concluye Unanue.
La visión de Naciones Unidas
En un informe del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) también se habla del tema y se indica que, a contar de 1980, se ha generado “una crítica al modelo de desarrollo predominante en ese momento, que vinculaba de manera directa al crecimiento económico con el bienestar de grupos y personas”. Más adelante en el documento el organismo insiste en que “el crecimiento económico por sí solo, no generaría bienestar individual, ni integración social”.
Desde comienzos de la década del 90, el PNUD comenzó a operacionalizar este enfoque, a través de la construcción de informes vinculados a la situación de países, con alguna especificidad sectorial. Todo lo cual fue generando una perspectiva alternativa para concebir el desarrollo, donde las personas incrementan su riqueza, entendida no sólo en base a la disponibilidad de bienes materiales e ingresos, sino que también a la ampliación de las opciones de las personas, al incremento de sus capacidades y al conjunto de libertades que integradamente, permiten que las personas puedan vivir de manera plena, larga y saludable.
Esta perspectiva está en línea con lo propuesto por el economista indio y premio nobel, Amartya Sen, quien señala que el “desarrollo estaría asociado con la ampliación de las libertades que los miembros de una sociedad disfrutan y debería evaluarse en función de ella misma. En la concepción del desarrollo humano, el crecimiento de los ingresos es un importante medio para aumentar las libertades, pero no el único, también importan otras aptitudes y factores sociales, políticos e individuales que a su vez impactan sobre el grado en que los ingresos las personas pueden ser usados para aumentar sus libertades”. Fuente: Universia Chile
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