Comer palomitas en el cine no es tan sano como parece
Según un estudio realizado en algunos cines de México, el consumo de una gran cantidad de palomitas de maíz en los cines contiene un nivel de sal equivalente al que una persona consume en todo un mes, llegando a provocar, a largo plazo, enfermedades renales y aumento del colesterol.
Una investigación desarrollada por estudiantes de la Agencia Informativa de la Universidad de Monterrey (UDEM), México, puso de manifiesto que al ingerir un bol grande de 225 gramos de las tradicionales palomitas de maíz, la persona consume 30 veces más sal que la cantidad recomendada por nutricionistas.
De los cuatro gramos de sal que una persona necesita al día, la cantidad que puedes llegar a tomar en una sola ingesta en el cine puede llegar a contener 133 gramos, el equivalente a poco más de lo recomendado al mes.
Para evaluar los índices de sal de las palomitas y compararlos con la dosis nutricional recomendada, se utilizaron muestras recogidas en algunas salas de cadenas cinematográficas de diversos sectores de la ciudad de Monterrey, México. Especialistas de la UDEM analizaron las muestras y se encontró que en algunas salas se ofrecen las palomitas más saladas, con 133.19 gramos en el bol grande. Mientras que en otros cines, también se encontró que se excedió significativamente la cantidad recomendada con 104.19 gramos en un recipiente del mismo tamaño.
La especialista en medicina estética y nutricional de la Universidad de Monterrey (UDEM), Cecilia Gutiérrez Vega, advirtió que el exceso de sal a corto plazo ocasiona retención de líquidos, a mediano se convierte en oliguria -orinar menos periódicamente- y a la larga genera problemas renales.
Según la doctora Gutiérrez Vega, las palomitas que se venden en los cines están preparadas con granos de maíz, sal y aceite de palma; este último es un hidrogenado de mala calidad, utilizado por ser más económico que otros, además de conservar su sabor al ser sobrecalentado. “El aceite de palma es menos saludable que otros aceites como el de oliva o el de girasol. Generalmente, se usa este tipo de aceite para hacer las palomitas, es más económico y dota a la palomita del saber característico".
Al sobrecalentarse, explicó, el aceite palmítico se convierte en grasa transgénica, mejor conocida como grasa trans, la cual no se metaboliza adecuadamente en el cuerpo y se adhiere en las arterias más pequeñas, provocando mala circulación, celulitis, varices, colesterol alto y, en casos extremos, infartos.
“El alto índice glucémico que poseen las palomitas de maíz hace que éstas no generen sensación de saciedad en el organismo, lo que provoca que el consumidor sea inconsciente de la cantidad que ingiere y, por lo tanto, su metabolismo lo incite a continuar comiendo”, dijo la especialistas.
Acompañar las palomitas con cualquier tipo de refresco es otro error, pues las bebidas sin calorías suelen contener carbonato de sodio, aumentando todavía más la cantidad de sal a ingerir. “Comer palomitas causa sed, la persona toma refresco creyendo que esto calmará la sed, sin embargo esto genera el deseo de más palomitas, come de nuevo lo que da más sed y así sucesivamente”, es un círculo vicioso, resaltó.
Gutiérrez Vega también comentó la importancia de dormir después del consumo de palomitas, lo que provoca que el azúcar se almacene en el hígado, produciendo glucógeno, que al no ser quemado se convierte en grasa. “En caso de haber ingerido una gran cantidad de palomitas, la recomendación es hacer ejercicio posteriormente para aumentar la energía del cuerpo, el gasto cardíaco y la diuresis, de esta manera se eliminan las toxinas del organismo, incluyendo la grasa y la sal".
Fuente: cronica.com.mx
Ilustración: classroomfreebies.com