Influencia de la dieta en nuestro estado de ánimo
Informes científicos demuestran que comer los alimentos preferidos estimula la liberación de endorfinas, lo que se conoce como hormonas de la felicidad, y que parece ser que mejoran nuestro humor.
Pero el placer de una comida no depende de su sabor, su buena presencia, olor y demás características organolépticas, sino también lo que nos rodea. Lo que nos hace sentir bien y afecta a nuestro estado de ánimo son otros muchos factores: consumir el tipo de alimento apropiado, las expectativas que tenemos del plato, en el momento y compañía apropiados.
En relación con la alimentación, no se puede ignorar la influencia entre las interacciones de algunos nutrientes y los procesos químicos del organismo. Por ejemplo, si consumimos un alimento que mejora nuestro humor o nos despierta, aunque el ingrediente activo esté ausente en ese momento, se producirá ese mismo efecto porque esperamos que ocurra. Esto nos ocurre cuando tomamos café y no sabemos que se trada de un descafeinado.
Sobre esto, los impulsos por comer alimentos concretos o antojos son bastante comunes. Según estudios, entre el 60% y el 90% de las personas reconoce haber tenido antojos alguna vez. Los hombres los sienten cuando tienen hambre, mientras que las mujeres los relacionan con el aburrimiento, el estrés o, en general, los estados de ánimo negativos. Pero nuestra vinculación emocional con los antojos está ligado tanto a las causas como a sus consecuencias.
Si sentimos apetito por algo "prohibido", como el chocolate, y se evita este impulso de manera consciente, el deseo de consumir ese alimento aumenta hasta que la persona no puede evitar la tentación y cede. Tras comerlo, se suelen tener sentimientos de culpa y remordimiento.
Los expertos en nutrición señalan que una dieta rica en azúcares y grasas, con consumo habitual de alimentos procesados (precocinados, platos preparados, masas elaboradas, bollería, galletas, etc.), está más asociada a desequilibrios emocionales, e incluso cuadros de depresión, que otros estilos de alimentación con un mayor consumo de frutas, verduras, pescado y alimentos frescos en general.
No es casualidad, ya que estos últimos alimentos son portadores de nutrientes (como los ácidos grasos omega 3 y omega 6 o las vitaminas del grupo B), fundamentales en las funciones cerebrales, como componentes estructurales de las células nerviosas y como transmisores de señales químicas entre las neuronas. De hecho, los niveles de ácidos grasos omega 3 alcanzan siempre valores mínimos en los pacientes deprimidos.
Por esta razón, todas las personas -en especial, quienes tienen tendencia a un estado de ánimo bajo, apatía, irritabilidad o depresión- deben tener en cuenta que una dieta jamás debe suponer un desequilibrio nutricional. No puede haber carencias específicas de nutrientes (en especial vitaminas y minerales), ni ayunos prolongados.
Asimismo, es muy importante hacer ejercicio cuando se haga dieta. Practicar deporte ayuda a controlar el peso y a adelgazar. Más allá de la edad, el sexo o el tipo de actividad física que se haga, el ejercicio es muy beneficioso para el estado de ánimo. La percepción de que mejora la propia forma física -que es un factor psicológico- ejerce una influencia muy positiva en los cambios de humor.
Luego, el ejercicio físico y una dieta saludable, además de un entorno apropiado mejoran nuestro estado d ánimo. Adelante con ello.
Fuente: Consumer.
Fotografía: fitnessgurusam.com