El cultivo de fresas ecológicas y frutos del bosque orgánicos en España
Hugo Vela, Gerente de la Finca Monjarama, dedicada a la producción de fresas ecológicas. “Yo no quiero tomar transgénicos, es mi decisión personal”, comenta a GeneracionNatura.org.
La familia de su madre ya cultivaba fresas desde el siglo XIX en Francia. Hugo apostó por la producción biológica por convencimiento personal e inversión empresarial, ahora dirige el negocio familiar en España, una empresa Finca Monjarama, que comercializa frutos del bosque y fresas bio en las proximidades de Madrid.
¿A qué se dedica Finca Monjarama actualmente y cuáles fueron sus orígenes?
Me dedico sobre todo al cultivo de fresas especialmente y frutos del bosque, además tenemos hortalizas y flor cortada.
Esta finca se compró en 1972, ha estado dedicada durante mucho tiempo al cultivo de plantas y como vivero, fresa, frambuesa y grosella y, después de mis estudios, cuando me incorporé, decidí dar un vuelco al tipo de cultivo.
Empecé en el año 1998 en agricultura ecológica, fue un año que este tipo de agricultura comenzaba en España, ya había pioneros, pero no estaba muy extendido.
Me inicié en la agricultura orgánica por razones de responsabilidad con respecto a quien tienes que dar de comer. También porque vi que era un sector que, potencial y económicamente, iba a ser importante, de hecho en otros países ya lo era. Era una buena apuesta en ese momento y creo que no me he equivocado, estoy muy contento con la decisión que tomé hace años.
Tus padres comenzaron con el negocio…
Sí, esto es una tradición familiar. Mi madre es francesa, al casarse con un español trajo la tradición del cultivo de las fresas. La familia de mi madre cultiva fresas desde 1870 en Francia, yo soy la cuarta generación de freseros, si se puede decir así.
He heredado variedades de fresas de mis abuelos, que sigo cultivando; de hecho, una de ellas y que más cultivamos, es la variedad Mara des Bois; Mara porque nuestro apellido es Marionnet, y Des Bois, porque significa del bosque por su sabor a fresa silvestre del bosque.
Y hay otras variedades de nuestros antepasados que seguimos cultivando. Digamos que somos guardianes de un material que ha pasado de generación en generación, y que estamos muy orgullosos de conservar.También hay incorporaciones de variedades nuevas: hay una fresa que es blanca con sabor a piña, que era una fresa que cultivaban los indios Mapuches de la isla de Chiloé, en Chile. En esa línea de dar lo que mejor sabe, lo más respetuoso con el medio ambiente, no aplicar lo de “cuanto más kilos, mejor”… con todo esto hemos ido creciendo como empresa.
Siempre con esa responsabilidad de dar de comer a otros, y eso es una gran responsabilidad para el agricultor.
Yo vendo lo que me comería. No vendo lo que yo me comería.
Y es que he visto cosas… Cosechar después de aplicar unos productos… que lo normal es tener problemas de salud.
Pero veo que cada vez más hay más conciencia. La gente quiere saber cómo se produce… Yo tengo clientes, particulares, que vienen a ver cómo se produce, que no se fían ni del Certificado Ecológico y quieren saber exactamente lo que estoy haciendo, y aquí tienen las puertas abiertas para que vean cómo se está produciendo, cosa que en las fábricas convencionales no lo hacen.
Tenemos un organismo de certificación, porque no te puedes convertir en juez y parte de lo que haces. Entonces es importante que exista un organismo de certificación ecológico que diga que estás actuando correctamente frente a terceros.
¿Crees que el consumidor ecológico es más exigente que el consumidor de productos convencionales?
Sí, mucho más. Yo digo que el consumidor ecológico es muy pesado en comparación al convencional. Lo mejor que le puede pasar a una empresa es tener un consumidor convencional, consume sin preguntas, ni respuestas, ni dice nada… Pues le echan lo que quieren.
Al consumidor ecológico le tienes que dar información, asesorarle… hacerte responsable de lo que estás produciendo, y eso es muy importante.
Lo noto también con los extranjeros que vienen y llevan tiempo consumiendo ecológico, tienen una formación detrás de lo que están consumiendo muy grande, nosotros no. Aquí, si la empresa tal decide poner glutamato, pues glutamato, y te quedas tan pancho.
Yo creo que cada vez hay más interés en la idea de que el responsable de las salud eres tú, no es el Estado, y eso está cambiando los hábitos de conducta del consumidor.
¿Cuáles son tus competidores? ¿Las otros fresas ecológicas o las fresas convencionales que se importan a bajo precio?
Importamos no, exportamos mucha fresa, de hecho sólo Huelva tiene 7.000 hectáreas de fresa, producciones enormes vendidas a Perpiñán, a todo el norte de Europa, en un tiempo donde en Europa no hay fresas. Hay que pensar que en Huelva se produce la fresa desde navidades hasta Semana Santa, esto son los grandes meses de venta y, cuando salen las fresas en Europa, aquí se termina la producción.
Son ciclos anuales y muy costosos, hay muchas inversiones. Yo no compito con ese tipo de fresa porque no tiene nada que ver, eso más que fresa es fresón, son variedades americanas, que cada vez van siendo más sabrosas porque se dan cuenta que tienen que mejorar en el sabor, y variedades que necesitan temperaturas muy altas.
Yo tengo un tipo de fresa tradicional, de variedades familiares, que priman el sabor, no la duración; es decir, a mi una fresa me dura tres días, las fresas de Huelva las metes en un camión y pueden estar quince días perfectamente dando vueltas por media Europa. La fresa de proximidad no tiene competidor. De hecho, yo he tenido agricultores en Huelva que han querido cultivar este tipo de fresa y mandarla a Madrid y no han podido, se estropean en el camión.
La proximidad te da unas defensas, por así decirlo, con respecto a las grandes producciones, primero porque te da más frescura, más sabor… y la proximidad permite crear un enriquecimiento de tu entorno. Si tú compras fresas en China, estás mejorando los productos chinos. Si compras fresas, hortalizas o lo que sea cerca de tu zona, estás generando riqueza en el entorno donde vives.
Luego, nosotros tenemos acciones comprometidas con muchos colegios, que vienen a coger fresas, con cooperativas de consumo, padres que vienen a coger fresas con sus hijos; tiene un coste, pero es más barata que en la tienda porque lo estás cosechando tú.
Por tanto, hay una serie de acciones que son negocio, no hay que olvidarlo, pero que permiten dar un plus a la zona, en este caso a San Sebastián de los Reyes y Algete, que es donde estamos.
Explícanos un poquito este sistema: los clientes vienen a recoger la fresa por su cuenta, les cobras el kilo más barato…
Es el sistema muy extendido en otros países, vienes a recoger lo que te propone el agricultor en ese momento, lo que está disponible. Se les de una tarrina o vienen con la cesta, se les explica cómo se recoge la fresa, que no es un misterio, lo que se puede hacer y lo que no. Luego con la cesta cogen la fresa, cuando termina, se pesa lo que han recogido y se cobra. Viene a salir un euro el kilo más barato que en la tienda.
Pero no es sólo eso. Aprendes a cosechar lo que te vas a comer, además, puedes comer todas las que quieras, yo decía que había que pesar antes a la gente, la tara todavía no la hemos hecho pero creo que habría que hacerla.
Pero no es el precio, o lo que dejas de ganar, es lo que tú aportas a la educación de esa persona que está consumiendo.
La gente dice “es que las fresas son muy caras”, y en cuando vienen, se dan cuenta que en media hora han cogido cuatro fresas, luego, te das cuenta, de que no son tan caras.Esto a título personal, viene una señora en febrero del año pasado, me llama y me dice “¿Usted tiene fresas?”
Yo le pregunté que donde vivía, me dice que en Madrid, y que las había visto ya en un supermercado.
Le contesté: “¿Pero se da cuenta usted del frío que está haciendo?”
Ya se descolocó en la temporalidad. Segunda cuestión, continúa: “Bueno, y a cuánto vende usted las fresas?. Yo le dije que a seis euros el kilo, me respondió sorprendida “!Eso es carísimo, si las estoy comprando a dos euros con cincuenta!”
Yo le dije, muy bien, la vamos a poner a 2,50, pero si yo tengo un trabajador aquí, que recoge 10 kilos de fresas a ese precio, mi ganancia serían de 25 euros por 10 kilos, ¿cuánto le tendría que dar al trabajador para pagarle su sueldo? ¿10 euros? ¿15 euros?… ¿Usted vendría por 15 euros a recoger fresas 8 horas?... Yo puedo tener esclavos si usted quiere que le ponga las frases a 2,50 Euros el kilo…
Ella me dijo: “No se ponga usted así”
La consecuencia de que lo ponga a ese precio es que no tenga a personas, tenga a esclavos. ¿Qué es lo que hace las empresa para tener esos precios? Pues irse a China, África, para que el consumidor tenga el precio que quiere pagar.
Segundo tema importante, conciencia. La persona entra en una dimensión de precio y el resultado de siempre ir a por lo más barato ¿cuál es la consecuencia de ello?
Tercero, la señora vino al final, estuvo cogiendo fresas y aprendió una lección que no lo puedes aprender en las estanterías del supermercado, porque ahí no crecen las fresas, ni las patatas, ni las manzanas, ni absolutamente nada. Y lo que aprendió es que detrás hay un equipo humano que te permite que tú te puedas alimentar. Eso es muy importante transmitirlo.
Que eso no se paga… Pues claro que no se paga. Son horas de charla, de estar con el cliente, pero permite dar un plus y una gratificación personal de que las personas sepan elegir a la hora de comprar.
¿Esas fresas que vio esa cliente en febrero de dónde crees que eran?
De Huelva, de Marruecos. Hay productores españoles que tienen las fincas en Marruecos.
Dentro de la globalidad, yo soy una gota en el océano. Dentro de esa globalidad que tanto se habla, claro que afecta que exista fresón muy barato en los supermercados.
También me afecta que el fresón dure quince días y el mío sólo tres días… ¿Por qué? Porque la gente crea una conducta de compra, cuando vienen a comprar fresas vienen con el mismo chip. Piensan que las fresas tienen que ser iguales de aspecto… “!Oiga, es que sus fresas no son iguales!”, me dicen. Sí que me afecta, porque me quieren condicionar lo que compran fuera, con lo que encuentran aquí, y yo eso no lo puedo dar. Yo puedo darte otras cosas, pero eso no.
¿Cuánto kilos de fresas produces al año?
Una hectárea de fresa en cultivo convencional te pueda dar hasta 30.000 kilos, y hay gente que consigue más. En ecológico, no llego a los 6.000 kilos, 6.500 kilos ó 5.500 kilos, por ahí ando.
¿Por qué esa diferencia?
Porque no dopamos las plantas. Dopar significa nitratos, sulfatos, fertilizantes…, es como el atleta que sabe que se hace 100 metros lisos en tantos segundos, pero si se dopa, lo hace en la mitad de tiempo. Pues las plantas son iguales, las dopas con productos, entonces, en vez de darme diez kilos, pues me dan veinte.
En ese dopaje, se pierde mucha calidad.
Con esto no quiero demonizar un grupo u otro, son diferentes formas de cultivar, y tiene que ser el cliente el que elija lo que quiere.
Por ejemplo, a mi lo que más me molesta en los transgénicos, es que no me lo digan por ley. Yo no quiero consumir transgénicos. Esa es mi decisión personal, pero no puedo tomar esa decisión porque no lo ponen en el etiquetado lo que tiene transgénicos o no, pues me tengo que tragar el transgénico que ellos dicen.
La ley tendría que defender al consumidor, y no a la gente que se lucra con ello. Los transgénicos es un tema muy amplio. Fresas transgénicas no existen en el mercado, son todo híbridos. Sobre todo abunda en la soja, en el maíz… lo grave de todo eso es que tienes una consecuencia medioambiental, el que va a pagar por esa consecuencia va a ser el Estado, la responsabilidad civil no va a la empresa.
Si yo hago una mermelada, y al día siguiente se me muere un cliente, el responsable soy yo, eso lo entiende todo el mundo; pero lo que no entra en la cabeza de la gente, es que una empresa haga un producto y las consecuencias sobre el medio ambiente de su salida al mercado sea el Estado el que pague el pato.
Quizás se trabaja muy bien la comunicación, es decir, se tapa las posibles consecuencias medioambientales que pueda ocurrir con los transgénicos.
Claro. El tema es que no puedas tener elementos para tomar una decisión libre. Si no necesito por ley poner en la etiqueta que ese alimento contiene transgénicos pues no lo pongo. Todo lo que pueda ser un impedimento para que yo haga caja a final de mes, no te lo pongo. Como lo que prima es hacer caja, pues come lo que te de la gana.
Encima, el Estado no favorece la información, sino que, además, la tergiversa, pues eso. Nosotros hemos tenido que convivir mucho tiempo con los falsos productos etiquetados como Bio. ¿Y qué ha pasado? Pues que el Estado, cómplice, avisado por la Comunidad Europea, no ha tenido más remedio que retirarlo, porque el término “Bio” pertenece a los productos ecológicos, pero durante 10 años han estado haciendo caja.
¿Y cuál ha sido el lema de esas empresas? Pues “Cuidamos de tu salud”, cuando lo que tenían que haber dicho es “Cuidamos de mi caja”.
¿La segunda fase qué fue? Pues quitar el término Bio y poner “Bi”, y se inventaron productos como “Bifrutas” y tantas otras cosas. Eso son las presiones de las grandes industrias agroalimentarias.
Yo he tenido que convivir con falso bio y verdadero bio. Me llamaban desde Alemania para que les mandaran fresas, y me decían “¿pero es falso bio o verdadero bio? porque como vosotros tenéis el término bio desprotegido…”
Todo eso genera confusión, pero fíjate lo que se factura durante todo ese tiempo de confusión. Ahora ese término se ha devuelto al sector que hace ecológico.
Has estado muchos años como presidente de la Asociación Profesional de Productores y Elaboradores Ecológicos de la Comunidad de Madrid, APRECO, Cómo promocionastéis los productos bio desde la asociación y si aumentaron los productores ecológicos en Madrid
En APRECO hicimos unos proyectos muy bonitos, hicimos un libro sobre rutas ecológicas en Madrid, siempre se hacía rutas de ladrillo, de monumentos, pues bien, nos propusimos incorporar un agricultor a cada ruta, es decir, a la vez que veías una lugar, también tenías la posibilidad de visitar un agricultor ecológico. Era incorporar a la actividad cultural la riqueza del alimento ecológico de cada lugar.
También hicimos la guía de tiendas ecológicas de la Comunidad… Son actividades que personalmente me dieron mucha satisfacción formar parte de esos proyectos.
Hay que decir que hay más productores porque hay más subvenciones destinada a la agricultura ecológica, cada vez hay más hectáreas, es la línea de agricultura que ha decidido la Comunidad Europea, es un sector que se ha desarrollado mucho, y se está potenciado porque cada vez hay más demanda.
Esto años que he estado de presidente, es curioso ver que, cada vez que había un escándalo dentro de la alimentación convencional, se triplicaban las ventas en los ecológicos. Surgían los casos como las vacas locas y se triplicaban las ventas en ecológico, y así siempre; después volvían a los índices de venta normales. Se subía a golpe de escándalo.
Lo extraño es que no haya escándalos al contrario, vender productos ecológicos que nos son ecológicos. El producto ecológico, hasta ahora, siempre ha sido más caro que el convencional, eso es muy atrayente, es decir, de un determinado volumen de productos metes unos cuantos que no son ecológicos… La trampa está en todos los sectores.¿Y tú crees que hay gente que lo comercializa como ecológico y no lo es?
Trampas hay en todos los sectores. Sí, se puede dar.
¿Lo conoces?
No, no lo conozco. Bueno, conozco un caso de un yogurt que se dio como ecológico y, al hacer el análisis de certificación, dio negativo, que no era ecológico.
El ganadero no se lo explicaba, ya que seguía, según él, haciendo el tipo de ganadería de siempre. Investigando, resulta que el proveedor de heno estaba en fase de retirarle el certificado ecológico y seguía vendiendo el heno. El ganadero había comprado partidas de ese heno y dio en los resultados del yogurt.
¿Con esto qué quiero decir? pues que la agricultura ecológica está controlada, sin embargo, en la convencional, agárrete lo que te puedes encontrar.
Tú haces una analítica de un producto ecológico y verás que no lleva residuos de pesticidas, fitosanitarios…, y también que la analítica es mayor en número de porcentajes de minerales que el convencional. Eso son dos ventajas que tienes por ser ecológico.
En el convencional no hay inspección, yo pongo a plantar puerros y comienzo a echar productos, todo lo que me de la gana, y te puedo decir que ese puerro termina en la frutería. Ni viene Sanidad a verlo… es un campo donde a uno hace lo que le da la gana.
¿Y tus productos te los analizan?
Sí, cada tres meses, vienen y se llevan una muestra de hoja, de fresa… Me decía un amigo: “Por no contaminar, pagamos, y la convencional contamina y no paga". Como puedes ver, está hecho al revés.
A mi, la certificación me cuesta unos mil y pico euros al año porque tengo el envasado por una parte y la producción por otra. Luego está que la certificación tiene un costo, eso sí que se entiende, pero es un costo que nos tenía que subvencionar el Estado de alguna manera. Y ese costo, lo tenemos que repercutir en el precio, eso la gente no se da cuenta.
En el precio final tienes que repercutir el costo de la certificación, el costo de tener menos producción, y después tienes un gasto de gestión mayor, ya que al no utilizar herbicidas tienes que estar desbrozando… Un herbicida te quita mano de obra como no te puedes imaginar, entonces eso lo tienes que sumar.
Y está ocurriendo ahora una cosa, durante los años que fue presidente de APRECO, he visto que el precio del producto ecológico era alto, pero ahora es curioso, hay productos ecológicos más baratos que el convencional. Yo he visto el melón, por ejemplo, más barato ecológico que el convencional. Así que no nos llevemos el engaño de que el producto ecológico es más caro.
Luego también se ha dado la circunstancia que el producto ecológico ha estado metido en un gueto, como de unos pocos. Y luego, la comunidad científica… En el colegio de mis hijos nunca han dado la información de que el producto ecológico puede ser mejor para la salud. En Estados Unidos, cualquier médico te puede decir que el producto ecológico no hay que defenderlo, se defiende por sí mismo. Pero nuestra comunidad científica está callada, no sé qué ocurre. La científica española y europea. No hay una claridad de que el producto ecológico puede ser mejor para la salud.
Qué mensaje darías a tus clientes distinto a lo típico “compra mis fresas”.
Que tu billete, tu dinero sea como un voto. Si a mi no me apoyan comprando, yo dejo de existir, no puedo competir con las grandes superficies.
Yo, cuando compro el membrillo a las Clarisas, con mi dinero estoy apoyando que las monjas Clarisas no tengan que cerrar el convento. Hay que mirar más allá del propio producto, que comprando nos demos cuenta que estamos apoyando lo que compramos.
Mis clientes, comprándome, me votan, ese sería mi mensaje.
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