Aumenta la contaminación por malos olores
El problema de la contaminación por malos olores es complejo y difícil de tratar. La lista de factores que están implicados en dicho proceso incluye desde la calidad y características de las emisiones, factores climatológicos, sociales, económicos y culturales de la comunidad afectada.
Y es que la contaminación por malos olores ha aumentado en España, llegando al 25% en algunas ciudades como Madrid y Barcelona, muy por encima de la media europea. Y aunque no es causa directa de enfermedades, la exposición continuada a malos olores puede influir de forma negativa en nuestra salud.
El sentido del olfato es el sentido más complejo en estructura y organización de los sentidos humanos.
En los orígenes del hombre, el sentido del olfato fue una herramienta clave de supervivencia que servía para identificar aguas contaminadas, comida en descomposición o inclusive parejas compatibles. En nuestros días, el olfato ha perdido parte de esas funciones de protección y orientación, vitales para nuestra superviviencia, sin embargo se mantiene, junto con el sentido de la vista, como un factor clave de aceptación o rechazo de nuestro entorno. Este hecho, determinado biológicamente, es particularmente importante cuando una población está expuesta a los olores de una instalación industrial. Bajo condiciones desfavorables, la población afectada puede llegar a percibir los olores de la planta como un peligro a su salud, ocasionando emociones de descontento tan negativas como cualquier otro problema ambiental.
Por este motivo, la industria se ha visto en la necesidad encontrar respuestas técnicas que le permitan elegir el camino más efectivo para resolver su problema particular con olores. Las preguntas más frecuentes cuando una industria enfrenta este tipo de problemáticas incluyen :
Pero definamos primero qué es el “olor”. Su término se refiere a una mezcla compleja de gases, vapores y polvo, donde la composición de la mezcla puede influir directamente en el olor percibido por un mismo receptor.
Para medir la cantidad de olor, existen dos técnicas: sensorial y analítica. La técnica depende directamente del objetivo que se busca con el ejercicio de muestreo y análisis de olores. La primera utiliza asesores humanos para medir un olor, siendo la ofatometría, el sistema usado comúnmente para tales efectos. Dicha prueba evalúa las diluciones con aire “limpio” que un olor debe sufrir para no ser detectable por un humano (umbral de detección). Las unidades de dicho umbral son unidades de olor por metro cúbico (ou/m 3 ). Otras técnicas sensoriales incluyen el carácter de un olor (p.e. mapeo triangular) y el nivel de agrado o desagrado de un olor (p.e. tono hedónico).
La ventaja de las técnicas sensoriales es que proveen información clara sobre cómo un olor específico es percibido por los humanos. Esto es particularmente útil cuando se desea evaluar el grado de molestias que provoca un olor, o bien para evaluar la efectividad de un equipo de control de olores. La desventaja de este método es que no es específico, y consecuentemente no identifica las especies químicas causantes del olor.
La técnica analítica utiliza métodos tradicionales para medir la concentración de compuestos químicos presentes en un olor. Puede hacerse mediante cromatografía de gases y espectrometría de masas (GC/MS), analizadores específicos (p.e. celdas químicas para el análisis de H 2 S), técnicas químicas húmedas (mercaptanos), tubos indicadores, y narices electrónicas.
La ventaja de las técnicas analíticas es que son relativamente fáciles de realizar, y que identifican cuantitativamente las especies químicas presentes en un olor. La desventaja de la técnica es que no provee información alguna referente a la molestia que puede generar un olor.
En cuanto a la legislación sobre malos olores, difieren según países. En España, concretamente, ya comienzan a haber jurisprudencia al respecto, con sentencias firmes a emisores por contaminación.
Y es que la contaminación por olores, tamibén tiene su aspecto económico. Según estudios, una casa puede verse devaluado su precio significativamente si está próximo a una fuente de mal olor. Por ello, no hay que tomar el mal olor como algo sin importancia, puede afectarnos a nuestra salud y a nuestro bolsillo.
Fuente: quiminet.com/Consumer
Ilustración: dsmhomesource.com