Creando futuro: La educación a niños autistas
Henar Olea Arranz.
Soy pedagoga y en la actualidad, tras dieciocho años de trabajo en la dirección de Escuelas Infantiles y Casas de Niños de la Comunidad de Madrid, trabajo como Educadora en un centro público de educación infantil y primaria de Madrid preferente para alumnado con Trastorno del Espectro Autista: CEIP José Hierro. Desde hace cinco años desarrollo mi trabajo en este centro prestando apoyo a este alumnado de forma intensiva y especializada, desarrollando programas para mejorar especialmente las áreas de su desarrollo afectadas y conseguir la mayor integración posible.
Mejorando los aspectos de comunicación y lenguaje.
Nuestro aula tiene una ratio de cinco alumnos que es la establecida por la Comunidad de Madrid. Tenemos alumnos de diferentes edades (tres de 10 años y dos de cinco) y desarrollamos programas de intervención completamente individualizados, ya que aunque comparten el mismo perfil, son completamente diferentes y presentan necesidades de apoyo diferenciadas.
Trabajo con otra compañera y el apoyo que ofrecemos va dirigido a mejorar los aspectos de comunicación y lenguaje; interacción social; flexibilidad mental y ampliación de intereses unido a la mejora y control de conductas disruptivas, que suelen ser fruto de su falta de flexibilidad, desconocimiento y comprensión de las reglas del mundo social en el que viven. Algunos alumnos tienen también la necesidad de apoyo en las áreas curriculares.
Yo concretamente desarrollo programas de habilidades sociales, juego y comunicación, autonomía en la vida cotidiana, aspectos relacionados con la teoría de la mente y todo aquello que, junto a mi compañera, vamos viendo que es necesario para su integración social.
Normalmente nuestros alumnos son receptivos a las propuestas de trabajo que realizamos en el aula, aunque requieren de tiempo individualizado o en pequeño grupo y tiempo para entender, practicar e interiorizar... quizá lo difícil llega cuando los aprendizajes realizados tienen que generalizarse en otros contextos: en sus casas, en el patio, en sus aulas con el resto de compañeros... Los contextos naturales son más complejos y los flujos de información y de comunicación verbal y no verbal, hacen que se bloqueen y que aparezcan a veces conductas disruptivas, nerviosismo, ira, conductas de escapismo, ecolalias, estereotipias, etc. Por lo tanto, tenemos que hacer un trabajo de apoyo no solo en nuestra aula, sino también en otros contextos y en sus propias aulas de referencia con sus compañeros de clase.
La Estructura del espacio en el aula.
Desde hace cuatro cursos llevo a cabo un programa de habilidades sociales con todos los alumnos de la clase, que implica sesiones de trabajo semanales en su aula con dinámicas, cine-forum, etc. y en el patio a través de un taller de juegos. Este programa está mejorando el respeto, la solidaridad, la cohesión de grupo y la integración de nuestros alumnos y se ha visto mejoras significativas en relación a la aceptación y respeto a las diferencias y dificultades de nuestros alumnos y de otros.
Nuestra aula de apoyo intensivo y especializado está dividida en zonas de actividad muy diferenciadas, con apoyos visuales que estructuran la rutina de trabajo y las actividades a desarrollar. Las personas con TEA necesitan de un ambiente muy estructurado y predecible, ya que su dificultad para controlar y anticipar lo que va a suceder después, les lleva a estados de desorganización y ansiedad y es cuando pueden aparecer conductas disruptivas, emisiones ecolálicas, estereotipias y todo aquello que es contrario a una conducta adaptativa... Hacemos también adaptaciones de los espacios en sus aulas de referencia: organización de las mesas en forma de U o en grupos, apoyos visuales, horarios y agendas personalizadas, etc.
La importancia del apoyo visual.
Tenemos que entender que si para un niño paralítico es fundamenta la silla de ruedas y para un ciego un sistema Braille... para nuestros alumnos los apoyos visuales son como las "gafas" necesarias para comprender el mundo, porque las palabras no les llegan, no las escuchan o les llegan de forma muy literal, y además necesitan de una "traductora o traductor social" para que de forma lógica y racional entiendan el mundo social, ya que su capacidad para comprender lo intuitivo, lo oculto, los dobles sentidos, los códigos sociales y las intenciones, está alterada.
Y aquí es donde me ubico yo. Soy como una traductora que explica, o hace visible aquello que no es comprensible para ellos y les ayudo a comprender, anticipar y aprender mecanismos que les hagan más fácil sus relaciones sociales; en algunos casos les tengo que "empujar" y entrenar para que las inicien... aunque sean en tiempo muy cortos. Para que aprendan tenemos que utilizar mucho los refuerzos, el aprendizaje sin error, técnicas como el encadenamiento hacia atrás, el modelado y moldeamiento de conductas,... y usar los apoyos visuales para hacer visible la información relevante, centrarles la atención y trabajar la generalización.
Las relaciones entre los niños autistas.
Nuestros alumnos son muy diferentes; los hay que buscan las relaciones con los demás, aunque al carecer de las habilidades sociales necesarias, tienen dificultades para integrarse en los juegos y en conversaciones. También hay otros que no tienen necesidad de buscar a los demás para estar bien y suelen aislarse y buscar espacios y momentos para jugar solos o con materiales muy concretos, repitiendo estereotipias y manifestando ecolalias; todo ello hace más difícil su integración. Por ello trabajo todos los días con ellos combinando el respeto por sus gustos con la enseñanza de habilidades y estrategias para que su aislamiento no les imposibilite "en exceso , integrarse con los demás.
Los cinco alumnos con los que trabajo están aún en el colegio y van aceptando los cambios cada vez mejor, pero hay avances y retrocesos a lo largo del curso. Por ello tenemos que trabajar constantemente sobre los mismos aspectos que les resultan dificultosos e ir adaptándonos a sus nuevas necesidades, en la medida en que se van haciendo mayores. Cuando vuelven de las vacaciones y se enfrentan al nuevo curso y a veces, a nuevos profesores, tenemos que tenerlo muy en cuenta y ayudarles a que se adapten otra vez al ritmo de clase y a personas desconocidas.
Para terminar, contaros una anécdota con un niño de nueve años que estando en el patio del colegio, agarró a una compañera del cuello y le hizo daño sujetándola. Cuando hablé con él para que me contara lo ocurrido él me miraba con unos ojos de desconcierto y me contó:
"Henar es que mi amigo....... estaba corriendo y me dijo ¡socorro .......... ayúdame! y yo sujeté a la chica que le perseguía para que no le hiciese daño, porque si me dice socorro es que necesita mi ayuda, ¿no?".
¿Sabéis lo que realmente pasó? que el compañero gritaba socorro riéndose porque no quería que le cogiese la chica con la que jugaba y pidió ayuda dentro de un contexto de juego. Pero mi alumno no interpretó los gestos de su cara, el tono, la sonrisa, el contexto del juego de perseguir y pillar... y agarró a la chica del cuello como si le fuese la vida en ello, sencillamente quería ayudar a su amigo. Ese día recibió una gran regañina por parte de ciertos adultos porque hizo daño a la chica que agarró (lo que fue lógico, ya que se llevaron un susto) y de mi parte se llevó escucha, una gran explicación y también unas cuantas estrategias para la siguiente vez que ocurriese algo así. Y ese es mi trabajo.
Autora: Henar Olea Arranz, Pedagoga especialista en educación de niños con Trastorno del Espectro Autista.
Ilustración: www.autism.lovetoknow.com