Valencia en fallas: fuego, tradición y sentido crítico
Valencia se transforma en marzo para convertirse en una ciudad entregada a su fiesta, a la música y a la pólvora. Todos conocemos las fallas, pero pocos saben realmente en qué consiste la tradición y cómo surge.
El origen de la fiesta de las Fallas se remonta a la antigua tradición de los carpinteros de la ciudad, que en vísperas de la fiesta de su patrón San José, quemaban frente a sus talleres, en las calles y plazas públicas, los trastos viejos e inservibles junto con los artilugios de madera que empleaban para elevar los candiles que les iluminaban mientras trabajaban en los meses de invierno. Por ese motivo el día de la cremà siempre coincide con el día 19, Festividad de San José.
Estas Fallas fueron evolucionando y cargándose de sentido crítico e irónico, mostrándose sobre todo en los monumentos falleros escenas que reproducían hechos sociales censurables y critica social siempre con sentido del humor.
En 1901, el propio Ayuntamiento de Valencia, otorgó los primeros premios municipales a las mejores Fallas. Este fue el comienzo de la unión entre el pueblo y el poder político, evolucionando con pasos agigantados esta fiesta popular en número, estructura y organización.
Actualmente son las fiestas más conocidas de la Comunidad Valenciana. El día 15 de marzo empieza la plantà de los monumentos y el 16 ya está cada falla en su lugar, más de 700 monumentos algunos de 25 metros de altura.
El arte y la sátira se conjugan en unos monumentos que durante la semana fallera, del 12 al 19 de marzo, se levantan en cada una de las calles y esquinas de la ciudad y en los que se critica y caricaturiza vida social y política.
Como presagio primaveral, las Fallas se viven en la calle por el buen tiempo que normalmente hace y porque la ciudad se convierte, toda ella, en peatonal. El sonido de la música festera y el olor a la pólvora y a las flores acompañan a otro aroma típicamente fallero para los valencianos: el de los buñuelos. Lo más tradicional es la mascletà diaria, recorrer las calles de la ciudad contemplando las fallas, mientras se disfruta de un exquisito chocolate con bunyols de carabassa.
Berta Baidez
GeneracionNatura.org