Película Los últimos días del Edén
Los últimos días del Edén (John Mc Tiernan, 1992)
La posibilidad de contemplar y valorar la ciencia a través de un film no es objetivo directo del cine, como tampoco es provocar un interés por la música que ambienta o por el contexto histórico en que se desenvuelve la narración, pero es indudable que beneficia tanto a la historia que se pretende contar como a la divulgación, indirecta, que se produce de nuestros intereses, en este caso la valoración de la naturaleza. Usamos, así, este medio de forma eficaz en las aulas.
El poder de atracción que la biodiversidad provoca está muy bien representado en un fragmento (35´12´´- 42´00´´) de Los últimos días del Edén; la doctora Rae Crane, bioquímica muy bien preparada aunque no investigadora de campo, según su propia presentación, queda totalmente fascinada al contemplar el poderío visual del Amazonas. Siguiendo las indicaciones del doctor Robert Campbell, por medio de un rudimentario sistema de poleas y cuerdas, asciende a lo alto de un árbol donde crece una flor, la andromelia, a la que se le suponen propiedades contra el cáncer: “Son así, sea lo que sea lo que necesite para ser fecundada lo recibe aquí arriba. Podría tratarse de alguna encima que algún insecto transportara, fecundara y depositara en el polen, o de alguna sustancia que se encontrase en el árbol. Podría ser cualquier cosa. Podría serlo todo. Es la belleza de este sistema; no se puede acabar con él, salvo arrasándolo”. Estas palabras del doctor Campbell acompañan la mirada atónita de la doctora Crane, y la del propio espectador, ante una panorámica amazónica de 360° sólo rota en su belleza y continuidad por el humo provocado en la construcción de una carretera.
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