El increíble hombre menguante
El increíble hombre menguante (Jack Arnold, 1957)
Scott Carey adquiere una extraña enfermedad que le hace menguar progresivamente, tras exponerse a las radiaciones de una extraña nube. Su gato de compañía se convierte para él en un depredador.
El enfrentamiento a muerte que ha de tener con una araña le provoca pensamientos acerca de la relación y dominio que el hombre ha de ejercer sobre lo infinitesimal. El hombre se relaciona con toda la naturaleza, independientemente de su escala. Los doce últimos minutos de la película son demostrativos de esta idea y muy motivadores para su uso en el aula.
Pese a tratarse de una película de ciencia ficción con unos efectos especiales alejados de los que los alumnos están acostumbrados a recibir, porta interesantes reflexiones acerca de la necesidad de entender y valorar la naturaleza como un todo, sobrepasando los límites que imponen nuestros sentidos:
“Continuaba menguando, convirtiéndome ¿en qué? ¿lo infinitesimal? ¿Qué era? ¿Aún un ser humano? (…) Si hubiera otras descargas de radiación, otras nubes fluyendo a la deriva por mares y continentes ¿podrían otros seres seguirme hasta este vasto nuevo mundo? Tan cerca, lo infinitesimal y lo infinito. Pero, de repente supe que eran los dos extremos de un mismo concepto; lo increíblemente pequeño y lo vasto acaban encontrándose como si un gran círculo se cerrase. Miré al cielo (…) Y en ese instante supe la respuesta al enigma del infinito. Había pensado en términos de la limitada dimensión humana. Había subestimado la naturaleza. Pues eso de que la vida empieza y acaba es una idea humana, no de la naturaleza.”
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