Los Biomas acuáticos
Las aguas de mares y océanos cubren dos terceras partes de la superficie terrestre, son fuente de recursos y reguladores esenciales del clima; el CO2 atmosférico disuelto, incorporado a la biomasa y retenido en sedimentos, mantiene el efecto invernadero en límites tolerables.
El bioma marino litoral, luminoso, poco profundo y rico en nutrientes, y el pelágico, cuya luz disminuye hasta las profundidades afóticas, se diferencian también por otros factores limitantes como salinidad, oxigenación y presión. En la base de las cadenas tróficas se encuentran algas unicelulares (fitoplancton) y pequeños invertebrados (zooplancton), además de bacterias que asimilan el CO2 en ausencia de luz. El bentos, habitante de orillas intermareales y fondos, incluye organismos fijos (algas, corales y esponjas) y móviles (erizos, gusanos, moluscos y crustáceos). Cefalópodos, peces, tortugas, mamíferos marinos y otros animales que se desplazan activamente forman el necton. Los arrecifes de coral ocupan mares intertropicales cálidos y poco profundos y son los más eficaces constructores de materia viva.
Los biomas de aguas continentales, menos diversos, generan microclimas, presentan formaciones vegetales características, son ricos en invertebrados y peces, y multitud de especies de aves y mamíferos dependen directa o indirectamente de ellos. Según su movilidad, pueden ser lénticos (lagos, lagunas y humedales) o lóticos (ríos y arroyos). En los biomas salobres como estuarios, marismas y manglares se producen contacto y mezcla entre océanos y aguas dulces.
Excelentes ejemplos de economía sostenible pueden hallarse en la explotación de lagos, marismas y manglares, convertidos en espacios protegidos. En el otro extremo, vertidos de petróleo, industriales, agrícolas y urbanos y sobreexplotación de recursos pesqueros e hídricos son serias amenazas para los biomas acuáticos.
Fotografía: National Geophysical Data Center www.ngdc.noaa.gov
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